Lo primero es, ¿qué es lo que quiero de verdad?
Puede parecer una pregunta muy tonta, hay que imaginarse en ese puesto y tener claro que no estamos arriesgando demasiado, ni que vamos a poner en entredicho a nuestros superiores. ¿Cómo están las personas de ese departamento? ¿Qué contaba el profesional que ocupaba ese puesto de trabajo? ¿Estamos a la altura? Para responder a estas preguntas hay que tirar los complejos por la ventana, antes de convencer a los demás de la idoneidad de nuestro perfil profesional para ese puesto de trabajo tenemos que estar convencidos nosotros mismos. Ese análisis tiene que servir como entrenamiento a la hora de plantar “cara” al proceso de selección de personal.
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